viernes, 20 de agosto de 2010
Diario: Nro. 39 - 15-07-10
Mi rostro
¿Quién puede apreciar su tosquedad, su desmesura? Una cara de esfera que se hace rígida en las curvas de los ángulos redondos de la mandíbula. La nariz potente, de burda punta roma, herencia de ambos padres que sobresalen para siempre en mi fisonomía alegremente agreste.
Mis ojos son muy ojos, marcadamente ojos, locuaces como el marrón de la tierra húmeda. Hablan sin intención, sin deseo, sin palabras, pero con una lengua de pupilas que entienden las pupilas charlatanas. Lo sé porque he saboreado diálogos mojados y silenciosos.
Luego un descanso de piel y asoma la boca. Guarda las proporciones con el resto de las partes de este semblante áspero: es femeninamente voluminosa, y sus bordes se recortan con una dureza rústica de piedra rojiza. Hay un secreto que esconden los labios robustos: cada vez que sonrío, unas curvas antojadizas como pinceladas dibujan en mi cara una máscara de mueca apenas grotesca, apenas armoniosa. No me gustan mis sonrisas; sin embargo, su aroma de pan tibio me acaricia los pómulos.
Frente pequeña sin desafíos que descansa sobre cejas tenaces y populosas, marco modesto de este cuadro con nombre que soy sin elección, sin rechazo, sin entusiasmo, sin abandono, íntima y extraña a la vez.
15/7/2010