viernes, 10 de octubre de 2008
Diario: Nro. 04 - 28-01-08
El cielo estalló, y el rayo hizo saltar los pedazos del cielo, y la luz gris hizo una raya nudosa como una rama de un árbol que existiera hundido en las tinieblas del cielo de la noche y que sólo se anima a mostrar sus dedos de espejo pálido durante las tormentas. Su voz ronca restalla asustando suspensiones de estrellas mientras la lluvia de su boca las escupe, lucecitas tristes y húmedas brillando en el miedo. Y todo se derrama sobre los techos vacíos junto con el gris, junto conmigo escurriéndome por los resumideros de los techos vacíos como la catarata de tierra que se derrumba sofocándome desde la garganta hasta la tumba del estómago. Hoy tengo ganas de morir, porque no puedo sentir el almíbar de un ímpetu de risas galopándome en los labios, porque no tengo un puerto para barcos fantasmas.
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