sábado, 11 de octubre de 2008
Poema 74
en este lugar, dentro de este segundo que se retuerce como
buscando su propio comienzo, hay una sordera y un silencio que
lastiman todo lo entrañable con uñas largamente afiladas,
derramando el aire en recipientes demasiado pequeños y frágiles como
tímpanos,
disecando deseos como células vivas,
como árboles podados cuyas ramas ahora lejanas se tergiversan,
inapelablemente, resignadamente,
expresando brazos muertos
como mis brazos
también muertos también vivos, astillas de este cuerpo
calcinado pero respirante pero sofocándose como un volcán
entumecido de desenfreno incrustado, de parálisis,
de quemazón y de cenizas cansadas de tanto dolor combustible,
de inspiración y expiración y tanta ignorancia punzante descorazonándome,
despilfarrando vida y muerte en el lienzo del músculo limítrofe que se rasga
por sístoles macizas que golpean como badajos de campanas de violencia:
aciÉrto, errÓr, locÚra, razÓn,
y el desgobierno de lo que me estremece borrascosamente
desnudo en el sedimento del aire
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario