sábado, 11 de octubre de 2008

Poema 70


¿Hasta cuándo espesarse sin esparcirse,
sin evidenciar, sin cundir como rumores,
sin cantar como grito torrencial que sale de su repliegue
y desampara su desmayo,
sin pregonarme al fin debajo de una pirueta que cure
mis espasmos?
Y mi corazón omite comprender y bullir,
y se recuesta en la respuesta,
y embaula el pulso espinoso como los tallos
de las rosas que aún no nacen,
y se enrosca una vuelta más lejos del vértigo oceánico
dentro de sus blandos muros.




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