Es muy difícil, para alguien acostumbrado a cerrar, el simple hecho de abrir. Y este lugar, esta “tierra mía”, no es otra cosa que una ventana, y tal vez llegue a ser una puerta. Da miedo. Tengo miedo. Porque la ventana ofrenda una vista de patio y baldosas ordinarios, de cocina con azulejos salpicados de deseos indelebles, de baño rebosante de vapor de canción de ducha, y todo es tan opuesto a un paisaje, que decir “bienvenidos” me suena ampulosamente fraudulento. Quizás sea más apropiado decirme “bienvenida” yo a ustedes, a sus ojos que me llevarán, como ventanas de verdad, a esos terrenos ajenos que son los otros: panoramas de intemperie, el afuera tan temido detrás de las puertas.
l.f.
22 de octubre de 2008
Tierra, ventana y afuera y adentro simultáneamente. Tierra que está adentro y que se abre, y es la tierra de Loren porque es mía y me abro, y es la Tierra de Loren, que es como se llama esta ventana virtual que, al abrirse hacia adentro, me abre hacia afuera, me exterioriza, me extrae, y entonces la tierra de Loren también es un lugar bajo el cielo.