sábado, 25 de octubre de 2008
Zapatería 2 - Portero eléctrico - 29-09-08
Hoy volvía del negocio, escuchando música como siempre, cuando de pronto observé que una señora me hablaba señalándome un papel. Me saqué el auricular de uno de los oídos para poder escucharla. Me mostró la hoja, que tenía anotada una dirección ubicada en la calle en la que nos encontrábamos. Noté que estábamos en la puerta del edificio que correspondía a la dirección del papel.
“Señorita, ¿me enseña cómo se usa esto?”, me dijo indicándome el portero eléctrico. Confieso que me asombré ante su candor, ante esa pureza desconocedora de un instrumento que pertenece a una modernidad paradójicamente arcaica. Le mostré cómo tocar el timbre: “1ro. D – leí - : primero el uno y luego nos deslizamos a través de la hilera de letras hasta llegar a la D”. La señora sonrió al apropiarse de la sencillez del procedimiento. Yo también sonreí. La situación era encantadora. Estábamos fuera del tiempo ella y yo, la alumna añosa de mirada inocente, la maestra insospechada y accidental y una clase insólita que trastocaba los roles dentro de los roles y me enseñaba a mí que la sencillez puede ser deliciosamente sorprendente.
29-09-08