sábado, 11 de octubre de 2008

Poema 42


Hay tanta tarde que no pronuncia
la compañía de aquello que trasciende los límites,
que su impureza imprescindible inventa motivos
para persistir en lumbre de ámbar,
en sagas de humo lento que le cuentan al aire
su emoción desintegrada en esporas irrepetibles,
en párrafos que han perdido el sonido, la figura,
la imagen.

Y estas paredes sumergidas en el atardecer
poseen la sabiduría estridente de lo que se calla,
la apariencia abandonada del silencio;

esta residencia es un misterio nítido,
un absurdo de búsquedas donde
las puertas abiertas encierran ecos de madriguera.




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