miércoles, 31 de diciembre de 2008

Diario: Nro. 27 - 06-11-08




A veces nada sale bien. Las ciencias exactas no son exactas dentro del contexto de la realidad. Lo que siempre sucede de determinada manera, puede de repente suceder de otra, o no suceder. Y sólo nos queda la perplejidad y un por qué entre los dientes. Y la bronca, claro, mezclada con cansancio y decepción y resignación porque ya está, ya esto hoy es así; tal vez mañana sea diferente, pero hoy no. Hoy las cartas no me ayudarán a ganar la partida, hoy mi deseo ferviente no me será concedido a pesar de no creer en milagros y de haber tomado todas las medidas necesarias para materializar mi objetivo, hoy nada me diferenciará del creyente que reza y espera un milagro que no llega: a ambos nos dará la espalda la certeza y nos mirará a los ojos, bien de frente, desafiante, el azar.
Así sí que no dan ganas de esperar nada, y aunque siento este desengaño, sé que no puedo quedarme en esta actitud escéptica, porque si no toda la vida va a ser igual, y voy a olvidarme de mi voluntad, que es un arma poderosa que puede cambiar casi todo. Entonces me siento así ahora, frustrada, escupida por la malaventura, pero aguardo. Otras horas vendrán y durante alguna de ellas es probable que algo cambie: mi actitud, mi frustración, mi suerte, la actitud de los otros o directamente los otros. En algún momento comenzaré de nuevo, intentaré nuevamente y el engranaje esta vez comenzará a funcionar.


6-11-08